lunes, 12 de febrero de 2007

Trasvase/CO2 - El trasvase de Arbón, el bombeo de agua y el Cambio Climático


¿ Cuanto carbono enviaría a la atmósfera el trasvase de Arbón, de llegar a realizarse ?.

Le hago la pregunta a la Sra. M. Luisa Carcedo y a otros políticos que defienden el embalse de Caleao como alternativa a tener que bombear el agua de acuíferos. Se oponen al bombeo por el elevado consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernadero que supone. Es por eso que les pregunto: Si el Co2 es un argumento para hacer el embalse de Caleao, ¿por qué no lo es para dejar de hacer el trasvase de Arbón?. ¿ cuanto contribuiría al calentamiento del planeta esta gran obra que bombearía del embalse de Arbón (en estado de ruina, dicho sea de paso) enormes cantidades de agua hasta un macrodeposito de 25.000 m3 situado a una cota de 200 metros ?. Les pido que no me respondan con argumentos para ingenuos diciendo que la energía utilizada sería hidráulica y por tanto renovable. Por si tuvieran esta tentación les adelanto la respuesta: la energía hidráulica que se utilizara, en este bombeo no iría a la red para otros usos.

Sean ustedes coherentes y no utilicen el doble rasero: el bombeo siempre consume energía y produce CO2, se eleve el agua del subsuelo o de un embalse a un depósito. No utilicen el CO2 de manera retórica y oportunista y hagan todo lo que puedan para hacer que nuestro país deje de ostentar el record europeo en aumento de las emisiones de gases a la atmósfera. Empiecen por parar el trasvase de Arbón. Los argumentos que nuestros políticos van inventando día a día y que utilizan contradictoriamente para justificar los dos grandes proyectos hidráulicos en conflicto en Asturias (Caleao y Arbón), no buscan sino distraer la atención de la gente del tema de fondo, que no es otro que en Asturias se gestiona muy mal el agua. Estamos en la Cuenca Hidrográfica en la que más llueve y en la que menos se el aprovecha el recurso (datos del Ministerio de Medio Ambiente). No se emplea en todo Asturias para riegos agrícolas (en España el 80%). La vierten los depósitos ya clorada. La pierden las redes de distribución (en el occidente más del 50%). No la reutilizan las empresas. Y no existe política alguna de ahorro. Aun así no falta agua. Ni faltará en el futuro, aunque lloviera menos, si se mejoran las infraestructuras existentes y se aplican medidas de ahorro. Téngase en cuenta además que si la población decrece y baja la actividad industrial y ganadera, también disminuyen las necesidades futuras.

(Asturias está en proceso de declive poblacional (menos 0,5% entre 1998 y 2005, y menos el 5,2% en la zona occidental costera, según datos del INE). Segundo, porque la producción industrial también desciende (en un 8,8% respecto a 2005, mientras crece en España en un 3,8. La Voz de Asturias, 3/2/07).

En definitiva, si lo que ocurre es que se gestiona pésimamente el agua, hagan las reparaciones que convenga. De nada sirve pretender llenar un recipiente perforado; nunca lo veremos lleno. Viene aquí a cuento la parábola de St. Agustín del niño que quería trasvasar todo el agua del mar a un agujero en la arena. Abandonen pues esas dos grandes obras innecesarias e irracionales desde cualquier punto que se mire y pónganse a gestionar bien el agua. Es lo que hacen los países más desarrollados de la Europa central y nórdica, en los que llueve más que en Asturias.

En esta línea está también la Sra ministra de Medio Ambiente que rechaza las grandes obras hidráulicas proyectadas en el pasado, cuando prevalecía la vieja cultura del agua. Con absoluto buen criterio también, el Director General del Agua, Sr. Jaime Palop, define esa forma periclitada de gestión del agua y señala el camino a seguir de la siguiente manera: “El reto que tiene este país es cambiar el modelo de gestión. De un modelo del pasado, de un modelo que se ha realizado desde hace más de cien años, que consistía en que el agua sobraba y que lo único que teníamos que hacer era recogerla, hacer presas, canalizarla y usarla. Esa situación hay que cambiarla acorde con los nuevos tiempos, acorde con una nueva sociedad, acorde con unas nuevas exigencias y con un nuevo modelo de país. Ahora mismo la idea que prevalece es que el agua es escasa”. (Informe Semanal (TV-1, 26/8/06)

Pues bien, si el problema no es de carencia de agua, los que nos oponemos a esas dos grandes obras innecesarias no deberíamos dejarnos enredar en tal o cual alternativa a las grandes obras o en cálculos sobre CO2. Sería caer en la trampa que nos tienden para desviar el debate del problema de fondo: la mala gestión del agua. No tiene sentido buscar soluciones a problemas inexistentes. Si se empeñan en negar la evidencia que lo demuestren mediante estudios de necesidad que sean serios, y para ello tienen que tomar como punto de partida la pésima gestión del agua en la región, y proponer líneas de actuación coherentes con la legislación europea y con los acuerdos de Kyoto. Para que se cumplan estas condiciones, los estudios los han de llevar a cabo equipos realmente independientes y ajenos a intereses espurios económicos o políticos, cosa que por desgracia ni es demasiado frecuente ni lo garantiza que procedan de una universidad.

Ni Caleao ni Arbón responden al interés general. Tal vez si respondan en cambio a intereses particulares o políticos y a la voluntad de convertir al oriente y al occidente de Asturias en reserva turística, en campo de golf y pasto del urbanismo especulador.

Tomás García González
Profesor de Sociología
Universidad Autónoma de Barcelona
12 de febrero de 2007






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