miércoles, 2 de mayo de 2007

Nota de prensa sobre la campaña de intoxicación de ACUNOR. (Hace unas semanas en Navia. Ahora le toca a Castropol)

2/05/2007

Inaudito: Cuando el Trasvase de Arbón ya está en fase de ejecución avanzada, la Confederación Hidrográfica del Norte (CHN) se encuentra en la patética necesidad de justificarlo ante la población, mediante campañas institucionales de intoxicación. Es algo así como si te secuestrara el cirujano, te llevara por la fuerza al quirófano y se detuviera a media operación para convencerte de que conviene la intervención.

Cuando no se hacen las cosas bien se tiene luego que intentar convertirlas en aceptables actuando a la desesperada. Es el precio del ridículo que se tiene que pagar por querer imponer una obra innecesaria, sin transparencia ni participación. Es el precio por la chapuza improvisada, de la trampa de querer colar campos de golf por agua bendita y sanadora.

En democracia, lo preceptivo y lógico ante cuanquier actuación pública es evaluar necesidades, estudiar alternativas y realizar las obras estrictamente necesarias y al menor coste posible. Todo ello con la debida participación ciudadana en todas las fases del proyecto. Pero resulta que, en el caso del trasvase de Arbón, no se observaron estos obligados requisitos. Se introdujo el proyecto con nocturnidad, de espaldas a la ciudadanía, sin estudio serio de necesidades, sin estudiar alternativas, sin siquiera informar mínimamente. En suma: una auténtica arbitrariedad.

¿Por qué las autoridades obraron de esta manera?, ¿por qué ningunearon hasta tal punto a la población del occidente?. En nuestra opinión porque subestimaron la capacidad de reacción de la sociedad civil de esta despoblada y deprimida comarca ante un proyecto que no solo no necesita sino que resulta absolutamente inaceptable tanto socio-económicamente como ecológicamente.

Nuestras astutas administraciones se encontraron con un rechazo inesperado. Respondieron primero con el insulto (“son unos ignorantes”); ahora con la propaganda más burda y cínica. La gente sabe que para “mejorar el suministro de agua del occidente costero” (objetivo declarado) no hace falta despilfarrar 36 millones de €. En todo caso, los 20.000 habitantes que viven por debajo de la cota del macrodepósito de Arbón en los concejos concernidos, no entienden que se les quiera suministrar agua como si fueran 150.000. No están acostumbrados a tanta generosidad. Por eso captaron enseguida la razón real y oculta del trasvase, que no es otra que convertir la costa occidental en pasto de la especulación urbanística. Efectivamente: los campos de golf y las urbanizaciones sí que demandan muchísima agua. Son 36 millones de € para cubrir una demanda puntual de 20 a 30 días al año, y de paso destruir el territorio costero, la economía local, el paisaje y el medio ambiente desde Vegadeo hasta Avilés, para satisfacer la avaricia de unos pocos.

La CHN, ACUNOR y los alcaldes implicados se encuentran ahora con el embarazoso problema de presentar una de las mayores amenazas que sufrió el occidente en su historia como algo bueno e indispensable. Y se ven abocados a hacerlo mediante la propaganda más tramposa y carente de escrúpulos: se hace el trasvase para mejorar la salud de les personas y del medio ambiente. Emplean todo lujo de medios: propaganda a domicilio, campañas, etc y el adoctrinamiento de los niños en las escuelas, sin reparar en utilizar imágenes de tiernos bebés implorando el trasvase para poder crecer sanos. Este tipo de camañas se las conoce ya como “la formación del espíritu hidrológico nacional”. Y se hacen en nombre de la Nueva Cultura del Agua. Hasta las más bárbaras agresiones al medio ambiente se hacen en nombre de la sostenibilidad No nos sorprende: estamos en la sociedad del ladrillo, del pelotazo, de la hipocresía, del todo vale. Estamos en “la socedad de la mentira”.

Otra pregunta: ¿cuánto le cuesta al contribuyente esta publicidad institucional antiecológica realizada en papel satinado y a todo color?.

He aquí dos nuevos motivos con los que acudir a los tribunales: la campaña es abusiva y no se ajusta a la realidad.

Tienen motivos las administraciones para ponerse nerviosas y de lanzarse a campañas desesperadas. Saben que no podrán concluir la operación porque el paciente ha descubierto a tiempo que en vez de arreglarle el intestino, estaban intentando soplarle un riñón. Los ciudanos no aceptarán un agua mala y cara cuando ahora la tienen prácticamente gratis y de gran calidad. Además, ni la Unión Europea ni los jueces españoles permitirán que tamaña agresión llegue a realizarse. Las organizaciones de defensa del territorio trabajarán en ese sentido con la serenidad que da estar del lado del interés general y de la verdad.

Tomás García
Bellaterra,
2/05/07








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